Onieva o Tamara, dos inclonables e incondicionales de CAR
que podríamos llegar a dedicar una parte de nuestro editorial a dos personajes de la vida pública del mundo del corazón. Dos nobles y aristocráticos jóvenes, entusiastas de la jet sub-21 y de sus amigos, personajes ‘o sea’, con frases tan célebres como: “jo tía, te lo juro por Snoopy y por la cobertura de mi móvil, o porque me quede de plástico…”. Por circunstancias, y gracias a compis como Borja Onieva (5.3) y a era el todopoderoso doctor Alejandro Mesonero Romanos (5.4) -hoy en Alfa Romeo, esperamos ansiosos su reinterpretación del Alfa 33 Stradale, versión 2023-. De ahí, Onieva saltó a Zagato, realizando un trabajo impecable, que luego abandonó para dedicar a administrar su patrimonio empresarial y familiar. Por otro lado está nuestra admirada diva Tamara Falcó (4.0) a la que llevamos de copiloto en las duras pruebas del Land Rover Discovery Challenge, que tantos amigos nos han dado, y con las que tanto hemos aprendido. Fue entonces cuando Tamara nos confesó, junto a la cronista de las Infantas, doña Carmen Duerto (5.6), que se había convertido al catolicismo/cristianismo más puro… Ambos le dimos la idea de difundirlo al mundo, y así fue, otra grande que quedó ligada para el resto de la vida. Casi que nosotros hicimos apostolado sin quererlo. El caso es que lo que parecía un cuento de hadas con una marquesa-princesa y un burgués moderno lleno de vida y adrenalina, se ha ido al garete por una mala interpretación de lo que es la juventud de hoy, que vive tan rápido que al final todo se agota y se entremezcla. Yo confio en que Tamara reflexione y que como el programa aquel de Paco Costas, que se llamaba “La segunda oportunidad”, ella le perdone, le ponga un secretario opusdiano, le reconduzca su juvenil fogosidad y con tinúe el cuento de hadas que todas nuestras hijas seguían con pasión extrema. El interés que despertó el viernes negro de Tamara & Onieva dejó el entierro de “la abuelita de Gibraltar” en segunda posición en el del mes.