AGUASCALIENTES, AGS.- “Me siento muy solo en este escenario”, se escuchó decir a Martín Orozco Sandoval al arrancar su último mensaje político como gobernador de Aguascalientes, encomienda en que deja con retrocesos rubros como la competitividad económica y la seguridad, pues la entidad ocupa el tercer lugar nacional en feminicidios.
La frase retumbó en la faraónica obra que le costó duras críticas: el nuevo Lienzo Charro, construido a finales del primer año de la crisis por la pandemia de covid-19. Su costo fue de 270 millones de pesos y sirve para practicar uno de sus pasatiempos favoritos, la charrería.
Lo dicho por el mandatario panista no es menor: al cierre de su sexenio perdió colaboradores de confianza y el apoyo de su partido, que impactó en uno de sus brazos políticos: el Congreso del estado, donde la bancada mostró fracturas en repetidas ocasiones.
Su gobierno, consideraron analistas políticos, estuvo marcado por las disputas políticas. Desde las serias diferencias con su correligionaria Teresa Jiménez Esquivel cuando