SAN PABLO GÜILA, OAX.– Un ventarrón acaricia un frondoso cultivo de cannabis. Los chapulines saltan entre las hojas que Juan Cruz López inspecciona con sus manos huesudas; con una, captura a los insectos y con la otra, pellizca una que otra rama para multiplicar las flores.
Hace algunas semanas las raíces de la cannabis medicinal que cultivó se extendieron en el bokashi, un sustrato orgánico rico en nutrientes para el desarrollo de la planta. Los esquejes –seleccionados cuidadosamente de una planta madre– apenas están desarrollando grandes hojas con cinco puntas. Como el suelo es rico en nitrógeno, las plantas adquieren un color verde intenso, parecido al de las auroras boreales.
“Es medicinal, tiene poco THC (tetrahidrocannabinol, el componente psicoactivo)”, explica Juan frente a sus plantas, un grupo de esquejes de Cherry CBD, una variedad de mariguana híbrida con alto contenido de CBD (cannabidiol, una sustancia anticonvulsiva y desinflamatoria), pensados para crear un brebaje medicinal de exportación.