Después de 10 minutos de scrolling y ver puro porno malo, estaba lista para rendirme. También caliente y desesperada por conseguir algo que no fuera tan performativo ni, obviamente, filtrado a través de la mirada masculina. Quería mirar a una persona real experimentando el placer genuino y orgásmico.
Una persona real como… bueno, yo. Fue entonces cuando me di cuenta de que nunca encontraría en la idea de filmarme ahí mismo con mi teléfono. Excepto. Cada inseguridad que he tenido me estaba rogando que no abriera mi cámara.