Grimorios o libros de brujos
ran parte de los conocimientos de la brujería, además de por la transmisión directa de unos practicantes a otros, (der., historia ilustrada de san Cipriano y santa Justina) era y sigue siendo el más popular. Se le conocía también, según las comarcas, como o y se le atribuían propiedades intrínsecas por el mero hecho de su misterioso contenido. Por ejemplo, si lo arrojabas al fuego, saltaba de las llamas y no era posible quemarlo, o si tratabas de destruirlo, desaparecía. A muchos, la simple posesión de escritos de esta naturaleza les costó la vida o el tormento. Otros grimorios muy conocidos fueron (más conocido como (en referencia al papa Honorio), El del papa León III, (cuya autoría se atribuía a san Alberto Magno), y otros con títulos no menos significativos y animalescos, como o
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