Este grupo se localizaba principalmente en los valles de Roncal y Baztán (Navarra), aunque también hubo agotes —agotak en euskera—en Guipúzcoa (País Vasco) y en el País Vasco francés —donde fueron llamados cagots—, así como en algunos municipios de Aragón. Mientras que en Francia la Revolución puso fin a la segregación de los cagots, en España el último reducto de los agotes se localizó en el barrio de Bozate, perteneciente al pueblo de Arizkun en el valle de Baztán. Dicho barrio, separado del pueblo por el río, ha sido el lugar donde los agotes —llamados en este caso bozatarras—han vivido durante más tiempo separados del resto de la gente. También es donde, a día de hoy, todavía pervive su memoria.
EL MISTERIO DE SUS ORÍGENES
El primer indicio de la existencia de los agotes lo encontramos en el medievo, en un documento del siglo xiii, el «Libro de Oro» de la Catedral de Bayona de 1260, donde eran nombrados como . Esta palabra, en lengua gala, es una contracción de «» que significa «perros godos». Por su parte, el geógrafo e historiador del siglo xix Julio Altadill definió agote como «confinado por enfermedad de la boca» y Bozate, el barrio donde fueron aislados, como «confinado por afonía»,