Una redención imposible
icen que la paternidad (y la maternidad, claro) te cambia. Al menos en el 99,99% de los casos, que siempre se encuentra un garbanzo negro en el cocido. Tom desde finales del siglo XX, se especializó en realizar las entrevistas y perfiles de portada de la revista. Uno de sus trabajos más recordados es, el extenso perfil sobre el boxeador más polémico de todos los tiempos. Era 1999 y ofrecía una mirada única a la redención de Tyson como padre y hombre de familia en casa. No hay más que ver la imagen de portada. Tyson había pasado tres años (1992-1995) en la cárcel por un delito de violación, aunque antes de pisar la celda había conocido a Monica Turner, con quien se casó (era su segunda boda) en 1997. “La misma boca que una vez desgarró la oreja de Evander Holyfield es la misma que ahora se aplica suave contra el cabello de Amir”, escribe Junod. Redención. “Mi padre se llama Mike Tyson”, dice Rayna, de tres años, sentada al lado, y el boxeador sonríe de forma bobalicona, mostrando dos dientes de oro. Sí, la paternidad cambió a Tyson, aunque no por mucho tiempo. Volvió a separarse, casarse de nuevo, entró en bancarrota, peleó ya solo por dinero y no por gloria (salvo un combate contra Lennox Lewis en 2002, con título mundial en juego), tuvo de nuevo problemas legales y, desgraciadamente, perdió a una de sus hijas (Exodus, fruto de una relación con una estríper) a causa de un accidente doméstico cuando la niña tenía solo cuatro años. ¿Redención? A veces ni la paternidad puede con eso.
