Recuerdo el escalofrío que sentía de niño cuando oía hablar de extraterrestres. Entonces yo vivía a las afueras de una pequeña ciudad de provincias donde era fácil que la noche me sorprendiera regresando de mis extraescolares. El cielo se llenaba de tantas estrellas que, a veces, conteniendo la respiración, buscaba un lugar en el que tumbarme a contemplarlas. Nunca supe demasiado de ellas hasta que en el verano de 1982 de Carl Sagan. Con él aprendí a diferenciarlas de los planetas y comencé a distinguir constelaciones y galaxias. De repente, aquellas lucecitas remotas dejaron de ser un adorno para convertirse en algo tan prometedor… como amenazante.
Son cosas de LA NASA
Jul 25, 2022
2 minutos
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