El INBA: Los impactos de la pandemia
La pandemia encontró en el sector cultural un caldo de cultivo para multiplicar sus impactos: una crisis transexenal agravada por recortes presupuéstales, falta de mantenimiento y actualización de la infraestructura, precarización del trabajo y el impulso al megaproyecto Chapultepec, al cual se destina al menos una tercera parte de los recursos.
Pero cada uno habla como le fue en la feria, reza el dicho. Y la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Lucina Jiménez, ofrece a Proceso su propio balance de los impactos del confinamiento y las formas en las cuales están afrontando el regreso, en medio de un forzado avance en cuestiones de tecnología.
Cuenta asimismo que durante su gestión al frente de la institución fundada en 1946, ha logrado solucionar añejos problemas que sus antecesores prefirieron evadir por requerir de mucho diálogo y negociaciones: la regularización de las prestaciones laborales que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público no quería reconocer, la basificación de personal y la disminución del déficit presupuestario de 290 a 24 millones de pesos.
En su oficina del último piso del Palacio de Bellas Artes, la doctora en Ciencias Antropológicas habló de la herencia intestada de Pablo O’Higgins, conversación que fue ya publicada ( 2378; ), pero también abordó el tema de cómo el INBA encaró la pandemia que, “igual
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