HISTORIADORA
PROFESORA DE HISTORIA
CONTEMPORÁNEA
Existe un dicho balcánico que afirma que «no hay generación que no haya pasado por la guerra». Las fronteras y denominaciones políticas han tenido un carácter efímero en la región durante el siglo xx. El reino de los serbios, croatas y eslovenos se extendió desde el 1 de diciembre de 1918 hasta el 3 de octubre de 1929, ante la disolución del Imperio austrohúngaro al finalizar la Primera Guerra Mundial. Fue sucedido por el reino de Yugoslavia, que duró hasta el 2 de diciembre de 1945.
La Historia reciente de la parte occidental de la península balcánica se caracteriza por cambios constantes. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta 1992, hubo una república federativa socialista, integrada por 6 repúblicas menores: Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia. Con Tito, Yugoslavia tuvo un experimento socialista singular. El mariscal fue uno de los promotores del Movimiento de Países No Alineados y, a su muerte en 1980, se aceleraría la disolución del Estado. Para comprender este proceso hay que ponderar no solo aspectos internos, sino también el papel que tuvieron actores externos (reconocimientos inmediatos de las repúblicas secesionistas, intervención de la OTAN, etc.). El auge de diferentes nacionalismos (croata con Tuđman, serbio con Milošević, macedonio, esloveno…) quedó patente con las elecciones desde 1991 hasta 2001. La década de los 90 estuvo salpicada de cruentos conflictos, conocidos como «las guerras yugoslavas» (Croacia, Bosnia y a la zona de Kosovo), y de problemas que aún están por resolver, todavía en el siglo xxi.