PENSANDO A LO GRANDE
Comencé a escribir el guion en 2011, la crisis de los 40 y la paternidad fueron un revulsivo para mí. El rodaje, en 2017, fue especial y no solo porque se tratara de mi ópera prima. TuveSentía que era un reto, pero todo resultó fácil, luego descubrí que su humildad hace que trabajar con él sea un paseo, un aprendizaje constante y una diversión. Contacté con él, nos tomamos un café y a los tres días me respondió que sí. ¡Menudo subidón! El rodaje se desarrolló en Denia, Valencia, Barcelona y Formentera. Grabamos en la temporada baja de la isla, sin turistas, así que logramos el aire que necesitábamos para retratar el origen del protagonista, un músico que había ido en los años 70 y se había quedado. De hecho, algunos de esos de verdad hicieron de figurantes. También rodamos en la Fonda Pepe, que es mítica. Por allí pasaron Pink Floyd, James Taylor, King Crimson, que tienen una calle en la isla. Fabulé con la idea de que el protagonista los había conocido allí y había tocado con ellos. Al final una de sus canciones da nombre a la película. Aunque Sacristán intentó aprender a tocar el banjo, las manos que se ven son las del gran Ricky Araiza. Lo que manejaba muy bien era el sin dirección asistida de su personaje. Y recurrimos a los bomberos para que simularan una lluvia torrencial con las mangueras. Recuerdo también el momento en que Jordi Sánchez, Pepe y Sandro Ballesteros, el niño que hace de su nieto, graban subidos a la barca. Se tambalea y Jordi se cae al agua. Y muy bonito fue el robado a dos delfines, aparecieron mientras grabábamos una escena y los dejamos. Por cierto, Sandro fue un descubrimiento, de él me interesó la mirada y la madurez. Su relación y la de Pepe se desarrolló como en la película. En la rueda de prensa del Festival de Málaga nos hizo reír a todos cuando comentó que no sabía nada de su compañero hasta que le hablaron de él. Entre ellos se produjo una maravillosa complicidad, porque Pepe lo trataba como a uno más.
