Al contemplar la serena belleza de la laguna Palcacocha, un estanque de gélidas y turquesas aguas a 4,562 metros sobre el nivel del mar en los Andes peruanos, es difícil imaginar que hace 81 años sus aguas arrasaron una ciudad completa.
Ocurrió mucho antes de que Christian Yarleque naciera, pero aun así piensa en ello con frecuencia. Durante la madrugada del 13 de diciembre de 1941, el dique natural que contenía al Palcacocha se rompió y más de cuatro millones de metros cúbicos de agua descendieron rápidamente por la colina arrasando Huaraz, la capital del departamento norteño de Áncash. Tras su paso sólo quedaron lodo, escombros y alrededor de 2,000 cadáveres.
Hay quien dice que los aluviones son el costo por habitar la majestuosa Cordillera Blanca. Con más del 30% del territorio de Perú ocupado por montañas nevadas, la gente aprendió a vivir en las alturas y a saciar su sed en las más de 8,000 lagunas de origen glaciar que existen. De vez en cuando, la lluvia o algún deslave desborda los espejos de agua y el desastre sobreviene.
Empero, hoy el riesgo de que más tragedias como la del Palcacocha ocurran va en aumento. La crisis climática ha acelerado el deshielo de los glaciares en todo el mundo y, según los pronósticos, Perú podría quedarse sin hielos