Cuando vivíamos en cuevas –bueno, nuestros más antiguos antepasados–, subíamos a los árboles por altos que fueran para recoger frutos, y corríamo s tras mam uts a fin d e cazarl os, o ni el polvo nos veían si aparecía un enorme dientes de sable y había que huir lo más rápido posible. Éramos muy activos, y nuestra alimentación, natural.
En la actualidad, pasamos muchas horas sentados, en un solo lugar encontramos todo –un mercado o tienda cercanos, por ejemplo–, jugamos menos con nuestros amigos –al fut, en el parque, a “las traes”– y gran parte de nuestros alimentos son procesados o poco nutritivos.
Así que es necesario el ejercicio. Hace Con esta idea, se han inventado máquinas que dicen ofrecer estos be neficios pero de maneras un poco… extrañas.