EN LA FUGA DE LOS MICHOACANOS, LA COMPLICIDAD POLICIAL
TULA, HGO.- En la fuga de la cárcel de Tula de los hermanos Maldonado Mejía, jefes del cártel de Los Michoacanos o Pueblos Unidos, se conjuntaron las deficiencias en el sistema de seguridad penitenciaria y la posible corrupción policial con un poderoso despliegue de recursos y personas que, paso a paso, cumplieron su propósito en el peliculesco escape.
Los capos, junto con siete reos –tres recapturados–, se fugaron la madrugada del 1 de diciembre pasado en un operativo que mostró la incapacidad de las corporaciones policiacas municipales y estatal para frenar a un grupo que sentó sus reales en esta ciudad. De acuerdo con una fuente directa del caso, ahora ambas corporaciones son investigadas por probable colusión con este grupo del crimen organizado.
Según el testimonio de un operador confeso, para el escape de José Artemio Maldonado, El Rabias o El Michoacano, y su hermano Mariano, El Gordo o M1, hubo al menos una entrega directa de dinero a elementos de seguridad, más los privilegios con los que contaban los capos dentro del penal.
Una de estas evidencias son los teléfonos –prohibidos– que tenía El M1 en la cárcel de Tula, a través de los cuales se fraguó la fuga; se ordenaron desde ahí pagos para los reclutas, compras de vehículos y armamento.
Con entrevistas directas a presuntos implicados, familiares y abogados –cuyas identidades se reservan–, partes e informes de y al salir de Hidalgo, donde su cártel, aliado con otros, mantiene control de los ductos de Pemex, en un combate frontal con organizaciones rivales.
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