Las oscuras razones de la venganza
PARTE I
BASTA DE CHARLAS
Eran las 14:30 del 28 de junio de 2018 cuando un hombre de 38 años llamado Jarrod Ramos entró en la redacción del periódico Capital Gazette en Annapolis, la capital de Maryland (EUA). Armado con una pistola, una escopeta y varias granadas de humo empezó a disparar indiscriminadamente contra los presentes. Resultado: cinco muertos y dos heridos. Según informó la policía, el agresor “claramente tenía intención de hacer daño contra el diario y sus trabajadores”. La investigación descubrió que Ramos había perdido un pleito en 2012 contra el Capital Gazette, que había publicado un artículo donde aparecía descrito como un acosador. A partir de entonces, Ramos se dedicó a difamar con frecuencia al periódico en las redes sociales hasta el punto de que su entonces director dijo a sus abogados: “Presiento que este tipo va a venir un día a dispararnos”.
Un año después, el 10 de julio de 2019, al otro lado del mundo, se informaba de la muerte de 24 personas, entre ellas algunas mujeres embarazadas y niños, en una remota zona de Papúa Nueva Guinea. Los cuerpos aparecieron despedazados, tirados en los caminos. Según las autoridades, los sucesos se produjeron por enfrentamientos entre grupos étnicos rivales derivados de antiguas rencillas acrecentadas por diversos episodios de violaciones y robos.
Estos dos hechos geográfica y culturalmente distantes responden a una misma realidad: el deseo de venganza. El diccionario, , o la para constatar la inapelable validez de esa afirmación.
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