La necrofilia es una pasión mórbida que tiene por objeto el coito–real o simbólico–con los cadáveres. El sexo, el «amor» y la muerte confluyen de este modo en una macabra simbiosis que transgrede uno de los últimos umbrales de la decencia humana: la profanación de los muertos. Las múltiples y aterradoras manifestaciones de necrofilia se pierden en la noche de los tiempos. Así, el griego Heródoto relata que Periandro, el tirano de Corintio, yació con su esposa Melisa después de haberla asesinado. Heródoto cuenta también en sus Historiae que en Egipto las hermosas esposas de los dignitarios del faraón solo eran embalsamadas después de tres días, para impedir que sus embalsamadores copulasen con ellas…
Desde la Antigüedad hasta hoy en día, muchos casos de necrofilia han jalonado el curso de la historia, cada cual más horrible y espantoso. En 1886, el psiquiatra alemán Richard Von Krafft-Ebing publicó una obra que gozó de gran éxito: Psychopathia Sexualis, considerada precursora en el estudio de las perversiones sexuales. Von Krafft-Ebing definió la necrofilia como una parafilia, estableciendo una clasificación de la misma según casos reales que había podido estudiar. Fue sin duda el primer psiquiatra en ubicar la sexualidad en una dimensión científica que abarca desde la fisiología, la biología y la etnología hasta la psicología y la psiquiatría. No obstante, su constituía ante todo un intento de brindar un tratado de referencia para forenses y magistrados y así crear un marco legal ante los crímenes y las patologías sexuales. Sin embargo, este artículo tiene como protagonista a un célebre necrófilo francés del siglo XIX que conmocionó a la opinión pública y mantuvo en vilo a la Policía durante más de un año…