Zonas de Mínimo Oxígeno CUANDO EL MAR SE AHOGA
Si tuviéramos aletas y branquias, si pudiéramos respirar en el agua o palpar con nuestros tentáculos las corrientes cada vez más cálidas del misterioso océano, entenderíamos que una diáspora ha comenzado. Veríamos con ojos esféricos cómo los peces huyen de áreas concretas. Las llaman «zonas muertas» o «deficientes en oxígeno», y son algo así como los desiertos del mar. La fauna marina allí se reduce notablemente o se extingue. Podría decirse que las bacterias han iniciado una conjura contra la vida. Los animales huyen porque no pueden respirar. A veces los peces no lo consiguen, no logran cruzar a territorio seguro y entonces es como si el ángel exterminador hubiera abierto el séptimo sello: miles de ellos aparecerán flotando en la costa...
Estas zonas sin apenas oxígeno son bolsas grandes, enormes columnas de agua que superan el tamaño de muchos estados, sepulcros creados por las bacterias, las corrientes dormidas, los vertidos humanos, y por el impulso de una emergencia climática que está desoxigenando el mar a un ritmo preocupante. Aquellos peces que consiguen huir, lo hacen buscando zonas más frías y oxigenadas. «Especies que antes vivían en zonas con temperaturas mucho más templadas, desde hace un tiempo están migrando a latitudes subpolares», explica la oceanógrafa Raquel Somavilla, investigadora del Instituto Español
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos