a PRIMERA VISTA, algunas declaraciones te pueden dejar frío. Miche Buchanan asegura que “la sociedad es antihombres”. Si te parece una declaración osada –sobre todo las mujeres señalarían que los hombres llevan las riendas desde tiempos inmemoriales–, asegura que solo hace falta ver cómo se retrata a los hombres en la televisión y la publicidad. Lo denomina “el efecto de Homero Simpson” y se refiere a que constantemente se les retrata como incompetentes y a las mujeres, inteligentes. Por eso el Dalai Lama ha declarado que “la mujer occidental va a salvar el mundo”, pues se infiere que los hombres han hecho un trabajo lamentable. También explica por qué The New York Times, de forma no del todo concluyente, preguntó: “¿Por qué a las naciones con mujeres al frente les está yendo mejor con el Covid-19?”. Por ello, en la era posterior a #MeToo se suele describir la masculinidad como “tóxica”.
Sin embargo, para Buchanan, el problema es más particular de lo que sugiere esta opinión general. Afirma que los hombres no tienen igualdad de derechos. Por eso es director de la Conferencia Internacional sobre los Derechos de los Hombres, a la que en noviembre pasado asistieron 90 ponentes, entre activistas, defensores y académicos, para debatir las particularidades del tema.
Para Buchanan, estas se pueden desglosar en problemáticas de menor o mayor importancia, según en qué parte del mundo vivas, pero asegura que todas demuestran cierto prejuicio contra los hombres. Se trata de un prejuicio que tendría que ser inaceptable en una sociedad cuyo fin debería ser alcanzar no solamente la igualdad de derechos para las mujeres, como lo ha hecho en el último siglo, si no la paridad de género universal.
Entre estos asuntos se incluyen muchos que reflejan el colapso de las relaciones humanas: la alienación de los padres, en Occidente las cortes de lo familiar se inclinan de forma abrumadora en favor de las mujeres cuando se trata de casos de custodia o derechos reproductivos. Los posibles padres no tienen poder de decisión sobre la