NACIDOS PARA GANAR
CREADO EN LOS ÚLTIMOS DÍAS DE LOS GRUPO C, y pensado para competir con las entonces nuevas regulaciones de la FIA –motores de 3.5 litros sin sobrealimentación–, el 905 nació sin ser hermoso ni muy competitivo para lograr el éxito en Le Mans. Pero en 1992 fue ambas cosas, la elegante máquina con motor V10 que ganó en Silverstone, Le Mans y Suzuka en su camino hacia la que sería la última temporada del World Sportscar Championship. El automóvil registró una segunda victoria en Le Mans al año siguiente, y tras eso, el arquitecto de su éxito, el jefe de Peugeot Sport, un tal Jean Todt (quizá hayas oído hablar de él), puso rumbo a Maranello para construir un nuevo imperio en la F1.
Sorprendentemente, el 905 fue creado por un equipo sin experiencia previa en los circuitos. Si bien Peugeot Talbot Sport había desarrollado el 205 T16 del Grupo B ganador de rallyes y conquistador del Dakar (dos veces), y el posterior 405 (la leyenda de Pikes Peak y también ganador del Dakar. El proyecto del 905 comenzó en 1988 y Todt, reconociendo la escasez de experiencia de su equipo de 120 personas, fichó a André de Cortanze (anteriormente de Alpine y Renault) para la dirección técnica y a Robert Choulet (cuyo currículo incluía el Porsche 917 de cola larga) para esculpir la carrocería y el monocasco del 905. Al mismo tiempo contó con la ayuda del fabricante de aviones Dassault para
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