LA RECUPERACIÓN DEL OLVIDO
En febrero de 2002 Valentina estaba en un arroyo cercano a su casa. Había ido a lavar ropa y a bañarse. Cerca de las tres de la tarde ocho militares acompañados de un civil amarrado la rodearon y comenzaron a interrogarla sobre “los encapuchados”, le leyeron una lista de nombres y le mostraron una fotografía. Ella les contestó que no conocía a ninguna de las personas que le mencionaban.
Un militar le dio un culetazo en el vientre que la derribó. Perdió el conocimiento durante unos momentos. Al recobrar el sentido, uno de ellos la tomó del pelo y la amenazó con que si no les decía dónde estaban esas personas, la matarían a ella y a todas las personas en Barranca del Bejuco, donde vivía. Como no respondió, un militar le golpeó la cara y la tiró al suelo. Eran nueve hombres; uno de ellos le quitó la falda, la ropa interior y la violó, mientras el resto miraba la escena. Después, otro militar hizo lo mismo.
Ese día Valentina tenía 17 años y una bebé de tres meses. Humillada y herida fue a su casa. Contó lo sucedido a su cuñada y luego a su esposo, Fidel Bernardino. Indignados acudieron ante las autoridades comunitarias a denunciar lo que había sucedido. El delegado municipal de Barranca Bejuco reunió a toda la comunidad para informarles del caso. Como el sentido de comunidad es fundamental para las personas indígenas, ahí, cuando menos, Valentina recibió el apoyo de su
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