n sus orígenes, las geishas eran en realidad hombres que bailaban y cantaban para entretener a los clientes que acudían a los burdeles. La se hicieron llamar geishas, aunque no lo eran. Con el tiempo, los clientes comenzaron a quejarse del alto precio que tenían estas meretrices y de los variados rituales que debían soportar antes de consumar el acto sexual. Aquel descontento hizo que la demanda fluyera hacia las prostitutas más baratas, quedando casi desierto el rango de cortesanas refinadas. Pero los clientes de mayor poder adquisitivo rechazaron a esas mujeres sin ingenio ni habilidades artísticas; fue el momento que aprovecharon las geishas para hacer su entrada triunfal en un mercado muy restringido. Su gran instrucción en música, caligrafía y oratoria colmaba los deseos de los hombres más sofisticados. Al poder trabajar fuera de los barrios de placer, los dueños de los burdeles exigieron que fueran sometidas a fuertes controles. Si alguna geisha era sorprendida manteniendo relaciones con un cliente, podía ser suspendida de empleo por un tiempo. Pero el intento de controlarlas fracasó por completo. Las geishas se pusieron de moda y evolucionaron hacia un modelo de mujer todavía más refinado. A finales del siglo XIX, las cortesanas habían desaparecido y las geishas se extendieron por todo Japón.
EL PODEROSO INFLUJO DE LAS GEISHAS
Feb 22, 2022
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