Un regalo nunca era inocente en este contexto, y en ocasiones su aceptación supuso el cambio de suerte de su receptor y su consecuente caída. Estos actos de intercambio creaban valor tanto para los objetos que se intercambiaban, que iban ganando en reputación, como para las personas que participaban en la operación, que recibían prestigio. Representaban formas del poder guerrero.
UN FAMOSO PAR DE BIOMBOS
Los sogunes Ashikaga heredaron e intensificaron una cultura de intercambios sofisticados de regalos que se iban engranando en los calendarios rituales que marcaban diferentes celebraciones a lo largo del año. Eran momentos en que convenía intercambiar regalos con sus vasallos regionales u otros daimios. Por ejemplo, con ocasión del hassaku o celebración del primer día del Octavo Mes –recordemos que en el antiguo Japón se utilizaba el calendario lunar chino–, los sogunes Ashikaga Yoshimochi (1386-1428) y Yoshinori (1429-1441) recibieron biombos pintados, contenedores de oro y plata, cerámicas y abanicos. Los sogunes solían devolver los regalos a su vez aportando espadas, cerámicas u obras de arte.
Uno de los regalos más famosos –y afortunadamente bien documentado– es el espléndido par de biombos que Oda Nobunaga (1534-1582), considerado el primero de los tres unificadores del archipiélago, envió a uno de