ALAÏA por SAILLARD
Más sabe el diablo por viejo que por diablo. La frase no resulta del todo apropiada para alguien tan metódico y erudito como Olivier Saillard, pero no cabe duda de que un cuarto de siglo como conservador y divulgador de moda es razón más que de peso para refrendar su discurso. Durante décadas único en su especie, el hombre a quien Azzedine Alaïa encomendó en un escrito revelado póstumamente la preservación de su legado (y que inventó la profesión del comisariado de moda) ha asumido los tiempos que corren con el escepticismo de quien lo ha visto todo. Con motivo de la inauguración de la exposición «Alaïa avant Alaïa», dedicada a la etapa más temprana y silenciosa del diseñador, nos sumergimos en dos identidades tan brillantes como complementarias. Dios los cría y ellos se juntan.
Jamás se nos pasaría por la cabeza calificar a Azzedine Alaïa de McGuffin, pero agradecemos que un genio nos acerque a otro genio. Y es que hablar con Olivier Saillard, sea cual sea el motivo, siempre resulta doblemente placentero. Esta no es una excepción: la inminente muestra «Alaïa avant Alaïa», que hace acopio del trabajo del diseñador durante las dos largas décadas que precedieron a la creación de su propia firma de moda, supone una revelación sin precedentes sobre lo que Miren Arzalluz, la sucesora de Saillard al frente del primigenio Palais Galliera, llamaría «la forja del maestro». Con la guía privilegiada que suponen décadas de amistad y ocho años al frente de
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