Todo empezó con una sencilla camiseta blanca y una frase que no dejaba lugar a dudas: We should all be feminists, todos deberíamos ser feministas. Era el otoño de 2016 y Maria Grazia Chiuri (Roma, 1964), tras convertirse en la primera mujer en llevar las riendas creativas de Dior, presentaba su primera colección en París que, como simboliza la emblemática t-shirt, unía estética y ética, tendencias y contenido social, abanderando una revolución feminista en la industria de la moda que sentaba las bases de una nueva filosofía para la histórica maison. Y para toda la sociedad. Desde ese día, la diseñadora italiana no sólo ha traído una perspectiva contemporánea, fresca y effortless a la marca, sino que no ha parado de seguir alimentando ese manifiesto en favor de la visibilización del talento femenino y del empoderamiento de las mujeres para que ocupen su lugar en el mundo. Convencida de que una marca como Dior tiene el deber de ser un caleidoscopio de visiones y diferentes voces, un crisol de tradición y futuro, una fusión de heritage y nuevos valores, ya que la moda es una increíble caja de resonancia capaz de retumbar en todas las partes del planeta.
Por eso, nada más aterrizar en Francia, Maria Grazia decidió que únicamente trabajaría con mujeres fotógrafas –pues la mirada masculina llevaba décadas dominando el Tmundo e influenciando el concepto de mujer–, y decidió reclutar para Dior a algunas de las mentes más brillantes, desde escritoras, como la nigeriana