SANGRE, SUDOR Y LÁGRIMAS
Cuando leí el guion de (2000) pensé que de ahí saldría algo muy interesante. No recuerdo un casting más duro que el que hice para esa película. Agustí (Villaronga), al que no conocía, me sometióya sé de qué va (ja, ja). No puedo estarle más agradecido. A nivel cinematográfico, es mi padre. Me dio mi primera oportunidad y me ha hecho crecer como actor. Aparte de eso, sus historias me interesan y trabajamos bien juntos. Somos muy amigos. Recuerdo agotadores también los ensayos. Gran parte de la cinta se rodó en mallorquín, y ni Bruno ni yo lo hablábamos. Estuvimos más de dos meses estudiándolo, además de trabajar otros aspectos de los personajes con Agustí. Llorábamos porque no entendíamos lo que quería. Con ese trabajo hecho, el rodaje fue relajado. Me encantó compartir escenas con Simón Andreu, apuntaba sus consejos en una libreta. Siempre voy con una. Y con Ángela Molina, la veía como a un ángel, qué luz tiene… Y no se me olvidan las dos horas que le llevaba a Alma Casal, la responsable de maquillaje, cada vez que debía ponerme RAMALLO en el pecho. ¡Y el miedo que daba rodar en el hospital del Tórax de Tarrasa! Era el sanatorio de tuberculosos donde nuestros personajes iban a curarse. Estaba en desuso pero con todo el mobiliario, parecía que los médicos y los pacientes hubieran huido. Cuando teníamos que movernos por allí solos, pedíamos a alguien que nos acompañara. Me llevé de recuerdo un recipiente donde colocaban los bisturís. no deja indiferente, provoca reacciones dispares, como ocurrió cuando se estrenó en la Berlinale: parte del público tuvo que abandonar la sala y otra aplaudió sin parar. Aunque lo que más me gusta de ella es su poesía. Estoy muy orgulloso de haberla protagonizado.
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos