La empresa agrícola Truffant (Reus, Tarragona) denunció en 2017 el robo de 150 encinas y pidió la colaboración ciudadana para recuperarlas. ¿Qué tenían de especial unos árboles para que la compañía pidiese la ayuda del ciudadano de a pie? Pues que estaban inoculados con esporas de trufas y valorados en más de 1.500 euros. Lo de inocular jóvenes encinas con esporas de trufa negra, uno de los diamantes de la alta gastronomía, es un negocio en alza, apto sólo para personas muy pacientes porque hay que esperar entre ocho y diez años para rentabilizar la inversión. El caso es que los planteles de encinas de 50 centímetros de alto desaparecieron y acabarían, según reconocieron en Truffant, en otra explotación.
Para buscar aquello que podría ser un jugoso botín, y no sólo para las papilas gustativas, bastaría con fijarse en dos aspectos: que se pueda transportar fácilmente y el valor de mercado. Evidentemente, a mayor valor, más goloso es para los cacos; y tenemos un ejemplo reciente que lo ilustra: el noviembredetrás. Se estima que el valor de esas botellas asciende al millón de euros (sólo la de 1806 se vendía en carta por 150.000 euros).