FRANQUISTAS CONTRA FRANCO – ¿CONSPIRACIÓN CONTRA LA DICTADURA? –
EL 28 DE FEBRERO DE 1941 FALLECÍA, EXILIADO EN ROMA, EL MONARCA ALFONSO XIII (1886-1941). Tan solo un mes antes había renunciado a la Corona española, en favor de su hijo Juan de Borbón (1913-1993). A partir de ese momento, se inició un largo periodo de intrigas en el que, a instancias de este, diversas facciones reivindicaron una restitución de la monarquía en España en detrimento del régimen impuesto por el general Francisco Franco (1892-1975).
JUAN DE BORBÓN VERSUS FRANCISCO FRANCO
La primera pieza en este ajedrez por la lucha de la Jefatura en España, que enfrentó a Juan de Borbón contra el general Franco, se mueve en noviembre de 1942, al difundirse unas declaraciones del infante a un periódico suizo –y que serán conocidas como manifiesto de Ginebra–, solicitando la restauración de la monarquía. Teniendo como telón de fondo la II Guerra Mundial, estas manifestaciones coinciden en el tiempo con una maniobra de los Aliados en su campaña en el norte de África, bautizada como Operación Torch: el desembarco en Argelia y Marruecos –algunos de cuyos territorios se encontraban bajo protectorado español–. La amenaza que significaba para Europa, así como las simpatías que Franco había mostrado por el nazismo, precipitó que varios elementos del régimen se movilizaran para restaurar una monarquía que acercara a España a los Aliados.
Inicialmente, entre los “franquistas anti franquistas” que destacarán por “conspirar” en favor de la monarquía, destacaron –entre otros– dos nombres: el del general (1879-1962) y el del ex ministro de la Guerra (1898-1980). Kindelán, consciente de la deuda que Franco había contraído con (1889-1945) por su apoyo logístico en la Guerra Civil, trató de persuadirle bienintencionadamente para que se alejara del nazismo y se aproximara a los países Aliados, facilitando el acceso al trono a Juan de Borbón. Sabe que los Aliados –sobre todo Reino Unido– simpatizaban con la causa monárquica, y que el mantenimiento de una dictadura solo podía terminar arrinconando a España del resto de Europa. Sin embargo, lejos de convencerle, lo único que consiguió de Franco es que este le condenara a prisión, pena que finalmente le fue conmutada con un exilio a las Canarias. Ingenuamente, Kindelán había sobreestimado la capacidad estratégica y de diálogo de Franco, que solo ambiciona mantenerse en el poder a cualquier precio… aunque ello presagiara la mayor catástrofe para España.
