EL SUBESTIMADO PODER DEL LLANTO
SUBIDO AL ATRIL el pasado agosto y, a punto de anunciar que dejaba el F. C. Barcelona, el único club en el que había jugado, la leyenda del fútbol Lionel Messi se quitó la mascarilla para revelar su rostro en medio del llanto. Ante la mirada de su mujer e hijos, sus compañeros, medios de comunicación y millones de personas que seguían la retransmisión, el cerebro de Messi se apropió de un acto de despedida cuidadosamente organizado. Leo lloró.
Para Messi, la combinación de recuerdos, esperanzas para el futuro, la gente que estaba en la sala y la ciudad que le vio crecer, fue literalmente demasiado. Así que su cerebro pasó a la acción. La amígdala, el centro emocional del cerebro, envió una serie de poderosas señales al hipotálamo, responsable de mantener la estabilidad en los momentos de estrés. Después de eso
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