La revolución millennial contra la explotación laboral
Claudia, diseñadora gráfica de 23 años, hizo prácticas en una reputada agencia de marketing digital. «En teoría iba a ser muy guay, en su web todo lo que te venden es fantasía», relata. Pero la realidad era otra. «Me hacían asumir muchas responsabilidades sin enseñarme demasiado. Todas éramos chicas menos el jefe, que iba de boss, pero no sabía de nada y hacía bromas sexuales», resume. Él les daba charlas sobre la importancia de ser un equipo unido, pero cuando Claudia pilló la COVID-19 fue despedida sin miramientos. Ella es sólo un ejemplo de la explotación que viven miles de millennials en nuestro país desde que se inician en el mercado laboral.
Un paraíso ficticio
Jornadas que se alargan hasta el infinito, laborales que casi parecen sectas y sexismo. Eso encontró Claudia en sus prácticas y es también lo que describe Anna Wiener en (ed. Libros del Asteroide), sus memorias sobre los años que trabajó y lo que suponen para la gente– en su mayoría–empleada en él. En muchas ocasiones, el agobio máximo por llegar a todo les conduce a la ansiedad y la depresión. «La idea de que las empresas tecnológicas son distintas, que tienen una especie de misión social, es falsa. Por el modelo de negocio y de financiación tienen que crecer muy rápido. Y se supone que los mejores son recompensados por su talento, pero no es así», dice la autora. En su libro no sólo expone los problemas del sector, sino del mercado laboral al completo ya que, recuerda, «la industria tecnológica está en todo».
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