LAS ALTITUDES DEL VUELO
A medida que una aeronave adquiere altura, las estimaciones visuales de altitud se hacen cada vez más precarias. Eso vale para un vuelo en globo, avión o helicóptero. En situaciones de baja visibilidad o volando sobre regiones con pocas referencias – como la superficie del mar, desiertos de arena o grandes áreas cubiertas de nieve o densa vegetación –, aún a baja altura, un piloto puede ser llevado a una pérdida de orientación espacial, con riesgo de tener colisiones con el suelo en vuelo controlado (o CFIT, controlled flight into terrain), una de las causas trágicamente comunes de accidentes fatales en la aviación.
En los antiguos globos de hidrógeno, el control de la altitud del vuelo combinaba dos procedimientos: el accionamiento de una válvula de alivio situada en la parte superior del globo (que dejaba escapar parte del gas para reducir la sustentación) y el descarte de lastres prendidos al cesto (sacos de arena que era vaciados para reducir el peso). Ambos recursos compensaban los cambios de altitud causado s por variaciones en la atmósfera y por las corrientes de viento ascendientes o descendientes. Pero, una vez descartados, no había cómo reponer ni la arena ni el gas, lo que limitaba el margen de ajuste del balonista.
El control de la altitud se hizo más crítico cuando surgieron los primeros dirigibles, en los cuales el mantenimiento de la rigidez y de las formas aerodinámicas de los globos (en general, en formato de huso o cigarro) depende de la presión
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