COLUMNA SALIDA
uno de mis vecinos prende el asador de su terraza y prepara la típica “carnita asada”. Vivo tres pisos arriba, pero el olor es tan fuerte que se mete a mi estudio y -cuando lo percibo por algunos segundos-recuerdo los años que pasé de mi infancia en Tampico, la famosísima “carne a la tampiqueña” y los asados que organizaba mi papá. Asar carne es una tradición familiar, un convivio, un momento de unión entre amigos. Y si no te has fijado, es principalmente a la salida), escoge un buen corte-entre más sangriento y grasudo mejor-, compra algunas verduras, las guarda en casa y descongela el día que recibe a los amigos. Asar carne es un ritual de la masculinidad tradicional y también una necedad que acelera la emergencia climática y amenaza con dejar a tus hijas, sobrinos o nietos sin futuro, sin planeta. Y no exagero ni un poco.
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