LA COMIDA QUE VIENE
Marzo de 2061. Con motivo de tu cumpleaños decides reunir a la familia para comer en el nuevo restaurante que han abierto en el barrio. “No se cumplen cuarenta años todos los días”, te justificas. “¡Estos pandemials, siempre buscando excusas para reunir a los suyos!”, bromea tu hermana mayor. Todo sale a pedir de boca. No solo porque os sientan en la mesa con mejores vistas, situada justo bajo el huerto vertical, abarrotado de fresas, espinacas, coliflores y otras verduras de temporada. Además, la carta promete. De entrada, dudas entre pedir la ensalada de tomates morados y algas con extra de antioxidantes o el cóctel de insectos crujientes con aguacate. “La carne de ñu negro con emulsión de tubérculos y chía es deliciosa, y completa el aporte diario de omega-3”, te sugiere con acento francés el simpático robot que toma nota. Seguidamente os recomienda dejar hueco para el postre y degustar uno de los cuadros de Picasso comestibles, especialidad de la casa. “Es mejor que lo pidan por adelantado y así se lo servimos recién salido de la impresora 3D, que está muy solicitada”, aclara.
Vaticinar cómo serán nuestras experiencias gastronómicas o con qué llenaremos nuestras despensas dentro de cuarenta años es jugar a adivinos. Aun así, muchos científicos intentan hacer sus propias cábalas. Quieren adelantarse al futuro porque andan preocupados por saber cómo conseguirá alimentarse en
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