AQUEL “GOLPE DE TIMÓN”
“Tú entras en nombre del Rey, por la Corona y la democracia, la democracia es muy importante... Esto es una operación nacional que respalda Su Majestad el Rey para robustecer la monarquía, porque está dañada; si esto diera un cambio, entraría el marxismo”. Son las 20 horas del 21 de febrero de 1981, en el número 5 de la madrileña calle del Pintor Juan Gris. Según el teniente coronel Antonio Tejero, estas son las palabras que allí utiliza el general de división Alfonso Armada para describir cómo ha de entrar en el hemiciclo del Congreso de los Diputados dos días después. Tejero viene preparando la operación desde 1980, lo tiene todo pensado, casi listo. Con este aval monárquico, piensa, nada puede fallar. Terminada la reunión con Armada habla con quien considera su legítimo superior, el teniente general Milans del Bosch, quien tras escucharlo, le da el último espaldarazo que necesita: “Suerte, vista y al toro”.
Ahora se podía votar, había libertades, pero costaba llegar a fin de mes por culpa de la crisis económica.
Una democracia en crisis
Pero ¿cómo llegó España a dicha escena? Para ello hay que remontarse, como mínimo, a 1979. La nueva subida de los precios del petróleo aquel año provocó un terremoto económico en todo el mundo que no tardó en llegar a suelo español: altas tasas de inflación y desempleo ponían en jaque la estabilidad política y debilitaban el apoyo social a la recién estrenada democracia. Ahora se podía votar, había libertades, pero costaba llegar a fin de mes. Por eso cundió el desencanto en buena parte de una población que asistía, con desasosiego, a la degradación económica y social de una España que no terminaba de levantar el vuelo.
A eso se sumaba el drama de un terrorismo que azotaba sin tregua tanto a la población
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos