UN INVENTO EXCITANTE
Los helechos de hoy son casi iguales a los de hace decenas de millones de años. Lo mismo ocurre en el caso de las cacerolas de las Molucas, las tortugas marinas o los cocodrilos. Otras especies han evolucionado deprisa; por ejemplo, la nuestra, el caballo y el elefante. En esencia, las especies cambian porque se producen errores en la copia de la macromolécula base de la vida, el ADN. En cualquier caso, si la evolución dependiera solo de las mutaciones aleatorias, sería aburridamente tarda. No es así porque la mayoría de los seres vivos descubrieron hace entre 1700 y 1500 millones de años un mecanismo maravilloso capaz de producir una gran variedad de combinaciones genéticas en cada generación: el sexo.
ADEMÁS DE MOVER EL MUNDO, EL SEXO ES UNA GRAN FUENTE DE DIVERSIDAD, PUES HACE QUE EL ADN DE LOS PROGENITORES SE COMBINE y recombine en cada generación, lo que produce configuraciones genéticas únicas. El sexo baraja las cartas del genoma y permite probar multitud de combinaciones que llevaría millones de años lograr mediante mutaciones. Claro que tiene sus inconvenientes: el mayor, la mortalidad. Si nos reprodujéramos asexualmente, con cada división produciríamos clones de nosotros mismos. Salvando las inesperadas y escasas mutaciones, seríamos como las bacterias, que se mantienen casi tal y como eran hace miles de millones de años. El sexo nos hace mortales, y eso nos obliga a ligar. Da igual ser el más veloz, el mejor buscador de comida o el más hábil evitando a los depredadores: si eres incapaz de seducir a una pareja, tus genes se perderán como gotas de agua en la lluvia.
La necesidad de reproducirse ejerce una presión altísima sobre el comportamiento animal, hasta el punto de que a veces choca con la propia supervivencia del individuo. Es conocido que las hembras de mantis religiosa suelen arrancarle la cabeza al macho en una suerte de canibalismo sexual. En el 60% de las cópulas, el macho acaba decapitado y devorado. De ahí que se acerque sigilosamente y por detrás a la , o, como nativa del sur de África, que intente inmovilizarla con una violenta lucha. En este caso, si él es más rápido y consigue sujetar a ella con sus patas delanteras, tiene un 78% de posibilidades de salir ileso. Pero si es ella la que lo agarra...
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