La Suprema Corte y sus presidentes
Se puso de moda hablar del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Hoy todo el mundo sabe quién es, se conoce su nombre y hasta se ha convertido en personaje público, para bien y para mal. Históricamente hablando, esto es, en realidad, un avance sustancial.
Hasta apenas hace unos cuantos años la gente común, la que no está directamente inmersa en los asuntos legales o en los procesos judiciales, ignoraba por completo el nombre de quien fuera, en cada periodo de nuestro acontecer, el presidente de nuestro máximo tribunal. De alguna manera esto es fácil de explicar: nuestra República presidencialista le concedió todos los reflectores al titular del Poder Ejecutivo, dejando en las sombras a quienes presidían los otros dos poderes de la Unión. Así sucedió desde 1824, cuando los fulgores del nombre del presidente, Guadalupe Victoria, opacaron y dejaron en el olvido a quien fuera el primer presidente de nuestra Suprema Corte.
No está por demás recordarlos, sobre todo ahora que el papel del presidente de la Corte es tema de conversación y debate. Pero no siempre fue así: hubo épocas en las
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