LA LEYENDA DE LAS MIL CARAS
Cuando Shigeru Miyamoto y Takashi Tezuka concibieron The Legend of Zelda hace justo 35 años, eligieron uno de los nombres más certeros de la historia de los videojuegos. No por lo de "Zelda", que, al no ser realmente la protagonista, ha llevado a engaño a más de un despistado, sino por lo de "la leyenda". No en vano, hablamos de una saga que ha definido esta industria casi con cada una de sus entregas canónicas, normalmente muy espaciadas las unas de las otras. En todo este tiempo, apenas ha habido veinte juegos principales, pero casi todos han dejado huella, con unas ambientaciones, unas mecánicas y unas estéticas únicas.
Por eso, ahora que Skyward Sword HD se ha puesto a la venta y la saga está de celebración (el 12 de noviembre, se lanzará una Game & Watch conmemorativa, y se rumorea que podría haber conversiones para Switch de Ocarina of Time, Majora's Mask, The Wind Waker y Twilight Princess), hemos querido rendirle pleitesía con un reportaje retrospectivo que retratara las diferentes caras que ha tenido Link desde su nacimiento en 1986, como una suerte de Pe-ter Pan interactivo a través del cual Miyamoto representó sus vivencias infantiles mientras exploraba los bosques cercanos a Sonobe, el pueblecito de Kioto donde se crió. Con la ayuda del también diseñador Takashi Tezuka y del compositor Koji Kondo, a los que más tarde se sumaría el productor Eiji Aonuma, aquella idea daría pie al Nunca Jamás de los videojuegos.
Longevidad antinatural
Es verdad que los guiones de la saga no son particularmente originales, pues han tirado casi siempre de la recurrente batalla de Link y Zelda contra Ganondorf, de la luz contra la oscuridad. Las reencarnaciones de esos tres personajes han sido constantes, con la Trifuerza, la supervivencia del reino de Hyrule o la Espada Maestra como elementos conductores. Del mismo modo, casi todas las entregas han apostado por una mezcla muy característica de exploración, combates y rompecabezas que casi ninguna otra serie ha sabido hacer suya.
Sin embargo, la fórmula, lejos de mantenerse inalterada, ha adoptado infinidad de formas, tanto en lo jugable como en lo estético. No hay ninguna saga tan longeva que haya mutado tantas veces, con tanta originalidad y con tanto acierto: ni siquiera Mario. En general, no ha habido más de dos o tres entregas originales de Zelda por consola, lo
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