DEPRESIÓN LA OTRA EPIDEMIA DE LA ERA COVID
CUANDO UNA PERSONA DE NUESTRO ENTORNO NOS CONFÍA QUE TIENE DEPRESIÓN, LO PRIMERO QUE HACEMOS ES DARLE UNA PALMADITA EN EL HOMBRO Y TRANSMITIRLE ÁNIMOS CON ALGUNA DE ESTAS “FRASES HECHAS” QUE SIRVEN PARA TODO: “TIENES QUE SER FUERTE Y ANIMARTE. YA VERÁS COMO TODO SALE BIEN”. Sin embargo, estas palabras tan bienintencionadas como huecas de conocimiento sobre esta problemática son el primer error. En el prólogo de un artículo sobre la depresión, el doctor Fernando Jiménez del Oso (1941-2005) escribía: “Aquel que considera la depresión como síntoma de un carácter débil o de una frágil personalidad, no tiene la menor idea del tema. Quien, llevado de su buena intención, aconseja a un depresivo que se esfuerce en superar su estado que procure distraerse, no es consciente del perjuicio que está haciendo”.
Porque, más allá de la sensación que todos tenemos de tener las riendas de nuestro libre albedrío, los últimos avances en neuropsicología parecen evidenciar que no somos libres de “decidir” cuándo y cómo dejamos de deprimirnos. Tal y como advierte Jiménez del Oso: . ¿Es la depresión una enfermedad que depende única
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