Este mecanismo de depuración no sería posible sin los riñones, unos órganos que filtran la sangre más de 300 veces cada día, y que se conectan a través de unos conductos, los uréteres, con la vejiga urinaria, donde se acumula la orina antes de ser expulsada.
El sistema urinario limpia los materiales de desecho de nuestro torrente sanguíneo, depura el agua y las sustancias tóxicas que han sido ingeridas y las excreta con la orina. También desempeña una función hormonal, permite controlar la tensión arterial, ayuda a la médula ósea a crear glóbulos rojos, activa la producción de vitamina D y genera prostaglandinas, indispensables para controlar la inflamación y aliviar el dolor.
UNA BUENA PREVENCIÓN
Una micción excesiva, cansancio injustificado, dolor de cabeza recurrente o picor corporal pueden indicar un problema renal. Si además aparece sangre en la orina, ésta es maloliente, escuece al orinar o se manifiestan edemas, accesos de náuseas, vómitos y fiebre, es probable que haya arenilla o piedras en los riñones.
Los cálculos de ácido úrico, los de oxalato cálcico, la insuficiencia