Bhavi es tan belga como las papas fritas, Martin Margiela y Las aventuras de Tintín, y a la vez, tan argentino como la birome, el choripán y Maradona. Su esencia se mueve entre la de un país y la del otro, y se construyó a sí mismo como un artista migrante que lleva en el pasaporte europeo el nombre del rey de los dioses de la mitología hinduista.
Hijo de un belga vendedor de robots para ópticas y una argentina, Indra Buchmann nació en Uccle, Bélgica y vivió hasta los siete años en Amberes. Luego estuvo cuatro años en Uruguay, debido al trabajo de su padre y, de ahí en más, con sus padres ya separados, su (por el prefijo de Bélgica), una serie de 32 obras de pintura para vender a través de Tokens No Fungibles (TNF).