Una inhumana y PLANIFICADA MATANZA
Lo había pronosticado casi al pie de la letra en su discurso del 30 de enero de 1939 ante el Reichstag, con estas palabras: “Durante mi vida he sido con frecuencia un profeta, y normalmente se han reído de mí. Durante mi lucha por el poder, eran sobre todo los judíos quienes se reían de mis profecías, en las que decía que algún día alcanzaría el liderazgo del Estado y que entonces lograría una solución al problema judío […]. Hoy seré de nuevo un profeta: si los judíos de Europa y del resto del mundo tienen éxito una vez más en empujar a los pueblos a una guerra mundial, la consecuencia no será la bolchevización del mundo y, por tanto, la victoria de los judíos, sino lo contrario, la aniquilación de la raza judía en Europa”.
GUERRA Y GUETOS
El estallido de una gran guerra era, así, el momento imaginado por Hitler, la excusa ideal para emprender su cruzada contra los judíos. Cuando empezó la confrontación, la maquinaria política del Alto Mando del Reich se aplicó desde el primer momento a deshacerse de los judíos, primero alejándolos de Alemania y, en los países ocupados, identificando y vigilando a las comunidades judías mediante su encierro en guetos. En octubre de 1939, solo un mes después de comenzar la guerra, se creó la primera “área residencial judía”
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