Críticas
LA PISTA DE LAS ESTRELLAS:
IMPRESCINDIBLE
NO SE LA PIERDA
NO LO LAMENTARÁ
SE DEJA VER
ALLÁ USTED
Otra ronda
Druk (Din., Sue., Paí. Baj., 2020, 117 min.). Dir.: Thomas Vinterberg. Int.: Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Magnus Millang, Lars Ranthe, Maria Bonnevie. DRAMA.
Otra ronda está estructurada como las fases de una borrachera. Los primeros sorbos chispeantes, la embriaguez que desinhibe, la torpeza psicomotriz, la catarsis eufórica y la inevitable ‘bajona’. Thomas Vinterberg va introduciéndonos en la narración a través de cada uno de esos niveles, y lo hace como si fuera un juego con la excusa de poner en práctica un experimento sociológico: el de compensar el déficit etílico en la sangre a través de cantidades que llevan del consumo responsable a la adicción. La aventura en principio parece divertida, sobre todo gracias a la ligereza y el ritmo que imprime el director, aunque, como en un cuento moral, el espectador sabe que esa ilusión de falsa felicidad terminará por desmoronarse, porque el camino que han iniciado los protagonistas no lleva a nada bueno. El vaso en medio de los vacíos.
Uno de los aspectos más interesantes de Otra ronda es la forma en la que el director se acerca al vacío de sus cuatro personajes, cuatro hombres que llevan a cuestas la crisis de su masculinidad. Su retrato, en apariencia amable, esconde muchos demonios que se resumen en el fracaso vital, el hastío profesional y el vacío existencial. Todo un cúmulo de miserias, generadas por ellos mismos a golpe de victimismo, que ahora saldrán a la luz por culpa de una resaca alcohólica. Quizás por eso, Otra ronda también tiene algo de terapia. ¿Cómo se puede escapar a la interminable espiral autodestructiva cuando has tocado fondo? ¿Cómo controlar el deseo y la necesidad de perder el control? En el fondo, la película de Vinterberg trata sobre sentirse vivo y de las distintas maneras que uno elige para alcanzarlo. De manera artificial, a través de la bebida, o de forma auténtica, asumiendo el dolor y la derrota.
Un cóctel total. El director compone con tanta habilidad las piezas que conforman la historia que resulta difícil no rendirse a su perfecto mecanismo. Por el camino va introduciendo reflexiones (algunas más acertadas que otras) sobre la problemática social de la bebida. Pero su verdadero hallazgo es su capacidad de encontrar un punto medio entre la luz y la oscuridad de los personajes sin resultar aleccionador, demagogo ni cínico, sino apelando a la humanidad y la empatía, algo que consigue gracias a un espléndido trabajo coral de su cuarteto protagonista en el que destaca un Mads Mikkelsen que pasa por todas las fases para explotar en un baile final para el recuerdo. Beatriz Martínez
Ent. con M. Mikkelsen y T. Vinterberg en
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos