REINVENTANDO EL BOX
El 27 de junio de 2020, Eric Roza, ataviado con su mascarilla, abandonó Colorado, para dirigirse a San José (California), donde alquiló un coche para seguir su viaje hacia el sur. Hablamos de un empresario del campo de la tecnología que se hizo famoso y millonario tras vender su compañía a Oracle por 1.200 millones de dólares en 2014. Se dice que Roza, de 53 años, habría invertido 200 millones de dólares en la compra de CrossFit Inc., la mayor cadena de fitness del mundo, algo más grande que empresas como Dunkin’ y más pequeña que otras como Domino’s, por ejemplo. En su momento de más éxito, no era extraño encontrarse por las calles de cualquier rincón del planeta con una de sus más de 15.000 sedes. Ya fuese en Nuuk (Groenlandia), en Ulán Bator (Mongolia), en Paita (Francia) o en Wyoming (EEUU). Ahora, Roza tiene grandes proyectos que podrían cambiar radicalmente la firma.
Después de haber recorrido 80 kilómetros, Roza salió de la autopista y tomó una carretera polvorienta que conducía a un rancho en lo alto de una colina, con un almacén lleno de material de gimnasio: pesas, balones medicinales, aparatos de remo y otros. Se trataba del CrossFit Ranch en Aromas (California), famoso por ser el lugar donde se celebraron los primeros CrossFit Games, un evento que ha puesto a prueba los cuerpos y las mentes de los fanáticos del fitness desde 2007. Al mando de este centro estaba Dave Castro, de 43 años, director de los Juegos y considerado el artífice de los valores que defiende CrossFit. Había fundado la compañía junto a Greg Glassman, y con ello transformado el mundo del fitness.
La pareja era un equivalente a la formada por Jobs y Woz en el pasado. Glassman, el tipo brillante, aunque impredecible, que tuvo la idea. Castro el ingeniero meticuloso que hizo posible el proyecto. Las cosas por CrossFit marchaban muy bien. Luego bien. Y después no muy bien del todo, razón por la cual, en el momento en que Roza hizo acto de presencia por el rancho, Castro había puesto fin a su
