Elamor BAJO LA PANDEMIA
esas del comedor invadidas por pantallas de ordenador y conversaciones interminables sobre fechas de entrega o encargos aplazados en un rincón del pasillo, niños sin que corren de un lado a otro, jornadas sin fin y sin la ayuda de los abuelos… Entre el 12 de marzo y el 21 de junio de 2020, la convivencia se volvió una yincana. Organizar los horarios, tener un pedazo de intimidad o simplemente descansar parecía imposible encerrados entre las cuatro paredes de nuestras casas, sin previo aviso. Para muchas familias, la convivencia nunca antes había sido tan intensa, ni siquiera en vacaciones. La rutina habitual era levantarse a las siete, mandar a los niños al colegio y regresar sobre las ocho, cenar, un rato de charla y acostarse. El esquema saltó por los aires. "El día a día sirve para desdramatizar y quitar peso a los problemas”, reflexiona la psicóloga Ángeles Sanz Yaque, especialista en pareja del gabinete Cinteco de Madrid. “Se puede tener un problema, pero al día siguiente me levanto a las siete y me voy a trabajar y vuelvo con otro tono a casa. Pero al
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