UNA VIDA ENCANTADA
a fama prodigiosa de los trascendió Oriente para captar también la atención de Occidente. Uno de los heraldos divulgadores de esa reputación fue la célebre fundadora de, Blavatsky narra un encuentro con los sacerdotes a los que el personaje protagonista del cuento describe del siguiente modo: «¿Quiénes podrán ser estos presuntos magos, de ojos bajos y manos cruzadas, esos ‘santos’ mendigos, moradores extraños de montañas apartadas y escabrosas, inaccesibles hasta el punto de que a los simples curiosos acerca de su naturaleza les era imposible de todo punto llegar hasta ellas? (…) No podían ellos ser sino unos adivinos sin vergüenza, unos gitanos vendedores de hechizos, talismanes y brujerías. Como se ve, mis insultos y mis odios alcanzaban por igual a maestros y a discípulos, porque conviene no olvidar que los , aunque no aceptan a los profanos cerca de ellos, a algunos, tras duras pruebas, los reciben como discípulos, quienes dan perfecto testimonio acerca de la sabiduría y de la pureza de su vida».
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