LA MUERTE YA NO ES LO QUE ERA
Para los egipcios, la muerte era simple: dejabas de respirar y los amigos y la familia se despedían de ti. Luego te metían un gancho por la nariz y te extraían el cerebro, con la seguridad que les daba saber que volverían a verte en el más allá.
En nuestros días, en cambio, comprender la diferencia entre la vida y la muerte se ha vuelto más problemático. Para empezar, no hay una definición universalmente aceptada de la muerte, lo que quiere decir que a uno pueden en un pas y no en . Luego reciente descubrimiento de que la muerte no tiene lugar en un instante único, sino a lo largo de semanas, y a eso hay que añadirle la inevitable polémica suscitada por experimentos que revelan que el cerebro puede reanimarse hasta horas después del deceso. No es de extrañar que científicos, filósofos e incluso el Vaticano se estén preguntando cuándo muerto significa, de verdad, muerto.
Hasta mediados del siglo XX, nuestra definición de la muerte no presentaba ambigüedades: estabas muerto cuando dejabas de respirar y no tenías pulso. Las cosas se complicaron con la invención del respirador artificial, una máquina que puede mantener la
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