LOS GATOS NEGROS
omesticado por los egipcios e introducido en Europa por los fenicios en el siglo IX a.C., el gato era un animal muy valorado por mantener alejadas a las ratas de las una asociación entre los gatos y el diablo, cargándolos con el estigma de ser animales capaces de albergar el mal, de encarnar a Satanás. La bula describía orgías de brujas confraternizando con Lucifer disfrazado de gato negro. La Iglesia y los ciudadanos en general condenaron a estos animales, que fueron expulsados de conventos y monasterios, donde antes eran bien recibidos, y de los centros urbanos. El odio felino barrió Europa y un incontable número de gatos fueron cazados y ejecutados bajo sospecha de brujería, muchas veces del mismo modo que las propias brujas, es decir, mediante tortura y fuego. Con el correr de los años se mataron tantos gatos –en particular, negros– que estuvieron en peligro de extinción y, como consecuencia, hubo una enorme proliferación de roedores. Sobre todo, de la rata negra transmisora, a través de las pulgas, de la letal peste negra.
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