Lo que tus hijos acaban comiendo es el resultado de un complejo conglomerado de factores. Como en otros muchos aspectos de la educación, los padres somos su punto de referencia fundamental y los encargados de marcarles las pautas. Una empresa que necesita de un constante reciclaje atendiendo a lo que sabe y a lo que queda por saber.
Es durante la infancia cuando se establecen en gran medida los hábitos alimenticios y cuando la forma de alimentarse tiene más repercusiones, tanto favorables como desfavorables, respecto al futuro. La unidad familiar, sea cual sea su estructura, tiene en ello un papel protagonista.
Desde que nace, el niño come acompañado y constantemente recibe las influencias de aquéllos con quien comparte ese momento vital. Ello abarca no tan sólo a los alimentos que come, sino también al concepto que de ellos se forma, a cómo los trata, a cómo los vive, a cómo los piensa. Porque, en definitiva, comer es pensar.
Nuestros hijos, los consumidores del futuro, son