EL SÍNDROME DE HYBRIS LA ENFERMEDAD DE LOS QUE PIENSAN QUE LO SABEN TODO
En la Antigua Grecia, la hibris o hybris (en griego ὕϐρις húbris) aludía a un desprecio temerario hacia el espacio personal ajeno unido a la falta de control sobre los propios impulsos. Es un sentimiento violento inspirado por las pasiones exageradas, y más concretamente por Ate. En la mitología griega, Ate era la diosa de las acciones irreflexivas y sus consecuencias. Como afirma el famoso proverbio antiguo: «Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco.»
De la comprensión a la obcecación
La prudencia es la virtud intelectual que predispone a comprender y ajustar la actuación a la complejidad de las circunstancias en cada momento. Lo con trario de la prudencia es, pues, lo que los clásicos griegos llaman Hybris, esa suerte de falta trágica en que incurren algunos de los principales personajes de las tragedias, tales como Agamenón, Creonte o Edipo Rey, entre otros. Se podría traducir por obcecación, una especie de ceguera causada por la obstinada, jactanciosa y altanera fijación del personaje en una norma de conducta.
La peor ofensa para los dioses es no pensar «humanamente» y aspirar a lo más alto. De manera que la idea de Hybris, limitada al principio a la esfera terrestre del derecho, se extendió a la esfera religiosa. Esta concepción, junto con la idea de la envidia de los dioses hacia los seres humanos dichosos, ha determinado durante largo tiempo las representaciones de las esferas de la religión griega. La fortuna de las personas cambia todos
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