LA NUEVA ERA DE LA VULCANOLOGÍA
El Kilauea es considerado por muchos expertos el volcán más activo del mundo. Por eso es también uno de los más estudiados mediante sensores y otros instrumentos. Durante la erupción que empezó el 3 mayo de 2018 y duró tres meses, se recogió un torrente de información que va a mantener ocupados a los vulcanólogos durante décadas. Hay un antes y un después de esta erupción histórica, espectacular y muy destructiva. En los primeros días se desató un terremoto de magnitud 6,9 en la escala de Richter que hizo deslizarse el flanco sur del volcán 5 metros y produjo veinticuatro fisuras que emitieron un kilómetro cúbico de flujos de lava y destruyeron más de setecientas casas. Pero lo que más llamó la atención de los científicos fue la formación de una caldera en la cumbre. Por caldera se entiende un enorme cráter formado, cuando el terreno se derrumba, sobre la bolsa de magma del volcán. Es el reservorio de magma que está siendo vaciado por la erupción. En el Kilauea surgió una nueva caldera de 500 metros de profundidad por 1,8 km de ancho y 2,8 km de largo dentro de otra más amplia y antigua que se creó en torno al año 1500.
El Kilauea desató un seísmo que hizo deslizarse 5 m el flanco sur del volcán, produjo 24 fisuras y destruyó
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