LA MUJER QUE ESTABA AHÍ
i en una noche de primavera septentrional una se preparara una sopa de letras, pusiera de fondo una comedia negra protagonizada por un caballo antropomorfo y mientras consultara el móvil, saltando con la yema del dedo índice de acá para allá, entre la cronología de Twitter, las probabilidades de que en un descuido el abecedario de pasta conformara el nombre de Javier Gutiérrez no serían, bajo concepto alguno, escasas. El actor aparece. Siempre lo hace. Siempre está ahí. En los carteles de las películas y en los créditos de las series más inquietantes, y pulidas, de la última década su nombre se escribe en blanco. Bruna Cusí lo sigue de cerca. Su trabajo es consistente, seguro. Figura en los títulos de fondo de armario, en los que se recomienda invertir porque no pasan de moda, esto te va a durar toda la vida.
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